Artritis reumatoide
Patologías autoinmunes
La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune, inflamatoria y crónica que causa inflamación en las articulaciones y otros tejidos del cuerpo. En esta enfermedad, el sistema inmunitario, que normalmente protege al cuerpo de infecciones, ataca por error las propias articulaciones.
La artritis reumatoide afecta principalmente, al revestimiento de las mismas (dedos de las manos y pies, muñecas, rodillas, tobillos, codos, hombros y cadera) causando la destrucción del cartílago, erosión del hueso y deformidad articular y provocando dolor, hinchazón y rigidez.
Tanto su pronóstico como su curso son altamente variables en función de la persona.
Artículo firmado por nuestra terapeuta:
Glenn Cots
Causas de la patología
Cuando hablamos de artritis debemos tener en cuenta que existen diversos factores que se asocian al desarrollo de la artritis reumatoide. Entre los factores de riesgo más habituales encontramos:
Factores genéticos:
La genética desempeña un papel significativo en el desarrollo de la artritis. Existen ciertos genes que hacen que algunas personas sean más propensas a desarrollar artritis. Estos genes pueden afectar la respuesta inmune, la inflamación y la forma en que el cuerpo procesa ciertas sustancias. Aunque no es el único factor, esta predisposición puede aumentar considerablemente el riesgo de una persona de desarrollar esta enfermedad, llegando a implicar un 60% de las causas del desarrollo.
Hábitos y otros factores ambientales:
Además de la genética, el 40% restante tiene que ver con otros factores. Por tanto, podemos tener un gran impacto frente al desarrollo de la enfermedad.
- Tabaco
- Microbiota intestinal, oral y pulmonar
- Sexo femenino: algunas formas de artritis, como la reumatoide, son más comunes en las mujeres.
- Exposición a ciertos virus y bacterias (Epstein-Barr, Porphyromonas gingivalis…)
- Dieta occidental
- Factores étnicos
Síntomas de artritis reumatoide
Existen distintas manifestaciones clínicas en los pacientes que sufren artritis reumatoide. Algunas de los síntomas más habituales son:
- Dolor articular
- Rigidez articular, especialmente por las mañanas
- Inflamación de las articulaciones
- Sensación de articulaciones sensibles, hinchadas y dolorosas
- Entumecimiento, enrojecimiento y calor en las articulaciones
- Dificultad para doblar la muñeca adelante y atrás
- Cansancio y debilidad
- Fiebre
- Falta de apetito
- Adenopatías (inflamación de ganglios)
- Esplenomegalia (inflamación del bazo)
- Deformidad articular (síntomas más avanzados)
Además de estos síntomas, se calcula que entre el 30-70% de los pacientes sufren anemia de origen inflamatorio por incremento de la secreción de hepcidina, que provoca la liberación de hierro de células inmunitarias y disminuye la absorción intestinal de este, afectando a la síntesis de hemoglobina y producción de eritrocitos.
Cabe decir también que en la mayoría de casos la afectación es simétrica, es decir, que afecta por igual a ambos lados. Y que también sucede que en el aproximadamente 40% de los pacientes se presentan síntomas y signos en distintas zonas de las articulaciones (puede ser en piel, pulmones, glándulas salivales, ojos, hígado, vasos sanguíneos, corazón, etc.).

Diagnóstico de la enfermedad
El diagnóstico de la artritis reumatoide se realiza en base a los Criterios de diagnóstico de 2010 del American College of Rhematology y la European League Against Rheumatism (ACR / EULAR).
Para ello, el médico realiza una exploración física en la que se evalúa la presencia de signos clínicos como hinchazón, calor o enrojecimiento de las articulaciones y se revisan biomarcadores en análisis de sangre (Factor Reumatoide y Anticuerpos Anti-CCP, PCR y VSG).
Para la monitorización del avance o la remisión de la enfermedad, se realiza una anamnesis completa por parte del terapeuta que incorpora la observación de los diferentes síntomas y signos, la capacidad funcional, pruebas analíticas y, si se considera necesario, pruebas de imagen (radiografías, ecografías y resonancia magnética).
Abordaje terapéutico
El diagnóstico y tratamiento tempranos de la artritis reumatoide pueden evitar o retrasar sustancialmente la progresión del daño articular en hasta el 90% de los pacientes.
El abordaje terapéutico tiene como objetivo la remisión o estado de menor actividad. La medicina convencional ofrece a los pacientes un tratamiento farmacológico, principalmente con AINES, esteroides, medicamentos antirreumáticos modificadores de la enfermedad o tratamientos biológicos.
En consulta, realizamos un abordaje integrativo del paciente, haciendo énfasis en aquellos factores que pudieron ocasionar el debut y que pueden condicionar el transcurso de la enfermedad teniendo en cuenta otros aspectos como:
- Alimentación
- Microbiota bucal y oral
- Exposición a infecciones virales o bacterianas
- Exposición a tóxicos (tabaco, pesticidas, metales pesados…)
A parte de proponer una dieta antiinflamatoria, en consulta para tratar la artritis reumatoide se recomienda suplementación específica (algunos de los suplementos que suelen dar mejores resultados son la cúrcuma, el Omega 3, la Boswellia serrata, el harpagofito, la glucosamina, la vitamina D o el magnesio, entre otros) y la adopción de hábitos para favorecer la desinflamación y relajación del sistema inmunitario como el movimiento y el ejercicio de bajo impacto, la gestión del estrés, la regulación de los ritmos circadianos, la terapia con calor o frío y otras estrategias horméticas.
Las enfermedades autoinmunes pueden llegar a ser realmente invalidantes. Por desgracia en medicina convencional muchas veces se quedan con el tratamiento alopático y no se ofrecen alternativas más allá. Pero después de muchos años trabajando con pacientes con artritis reumatoide, sabemos que se pueden hacer muchas cosas para mejorar la patología. Pero para ello debemos aplicar cambios en la alimentación, estilo de vida y trabajar, en muchos casos, con suplementos específicos para cada caso.
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