Menopausia

Salud hormonal femenina

La menopausia es la ausencia definitiva de la menstruación durante al menos 12 meses consecutivos, como consecuencia del envejecimiento ovárico. Generalmente ocurre entre los 45 y los 55 años, aunque puede variar según cada mujer.
Se produce porque los ovarios dejan de liberar óvulos y disminuye la producción de hormonas como estrógenos y progesterona. Aunque no es una enfermedad, sus síntomas pueden afectar de forma significativa la calidad de vida y aumentar el riesgo de problemas como la osteoporosis o las enfermedades cardiovasculares.


Artículo firmado por nuestra terapeuta:

Glenn Cots

Existen casos de menopausia precoz, que se presenta antes de los 40 años. Suele estar relacionada con antecedentes familiares, cirugías en ovarios o útero, o tratamientos como la quimioterapia y la radioterapia.

Causas de la menopausia

La principal causa de la menopausia es el envejecimiento natural de los ovarios, influenciado en gran medida por la genética: la edad a la que aparece suele estar relacionada con la historia familiar.

Sin embargo, existen factores externos que también pueden adelantar o modificar su aparición. El estilo de vida tiene un papel importante, ya que hábitos como el tabaquismo, el bajo peso corporal o el estrés crónico pueden favorecer un inicio más temprano. Además, algunos tratamientos médicos, como la quimioterapia o la radioterapia, pueden dañar la función ovárica y acelerar la llegada de la menopausia. Por otro lado, las cirugías ginecológicas, especialmente la histerectomía con extirpación de los ovarios, provocan una menopausia inmediata al eliminar la producción hormonal. En conjunto, se trata de una etapa influida tanto por la biología como por factores ambientales y médicos.

Síntomas de la menopausia

Los síntomas más habituales en la menopausia son:

  • Sofocos y sudores nocturnos
  • Palpitaciones
  • Alteraciones del sueño
  • Cambios de humor y peor estado de ánimo 
  • Aumento de peso y cambios en el metabolismo
  • Disminución de la libido 

Aunque a medio y largo plazo pueden aparecer otros como:

  • Sequedad vaginal y molestias urinarias (disuria, incontinencia…)
  • Piel seca y pérdida de vello púbico
  • Osteoporosis y mayor riesgo de fracturas
  • Problemas de memoria o concentración
  • Alteraciones en el perfil lipídico (dislipemia, aumento del colesterol…)
  • Mayor riesgo de infecciones genitourinarias, enfermedades cardiovasculares y neurovasculares

La reducción en la producción de estrógenos también impacta en la fertilidad, el sistema nervioso, el metabolismo y el sistema inmunitario. Estos síntomas no solo afectan al cuerpo, sino que repercuten en la vida personal y laboral, lo que provoca fatiga, alteraciones del sueño y malestar general que reducen la calidad de vida.

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Diagnóstico de la menopausia

La menopausia generalmente se diagnostica clínicamente, es decir, por la ausencia de menstruación durante 12 meses y la aparición de síntomas característicos.

En algunos casos, los médicos pueden solicitar análisis de sangre u orina para medir los niveles de estradiol, hormona foliculoestimulante (FSH) o hormona luteinizante (LH). Estas pruebas se realizan únicamente si el resultado puede modificar la estrategia de tratamiento, ya que no son necesarias en todos los casos.

Abordaje terapéutico

Aunque la menopausia es un proceso natural, algunas mujeres presentan síntomas intensos y buscan alivio. Entre los tratamientos más utilizados se encuentran:

  • Terapia hormonal sustitutiva (THS): ayuda a reducir sofocos y prevenir la pérdida ósea. Requiere valoración individual de riesgos y beneficios.
  • Estrógenos vaginales: indicados para mejorar la sequedad vaginal y los síntomas urinarios.
  • Antidepresivos a dosis bajas: pueden aliviar sofocos en mujeres que no pueden recibir estrógenos y también mejorar alteraciones del estado de ánimo.
  • Otros medicamentos como Clonidina, Gabapentina, Fezolinetant. Además de tratamientos para prevenir o tratar la osteoporosis.

Siempre es recomendable hablar con un profesional de la salud antes de iniciar cualquier tratamiento, y evaluar tanto los beneficios como los posibles riesgos.

De forma integrativa tenemos muchas herramientas que nos pueden ayudar a paliar los síntomas:

Alimentación: La alimentación puede marcar la diferencia en cómo se vive la menopausia. Una dieta antiinflamatoria (rica en vegetales, semillas, cereales integrales…) y con menos carbohidratos refinados ayuda a mantener la energía estable y a controlar el peso. En algunos casos, un enfoque bajo en carbohidratos, como la dieta cetogénica, o ayunos puntuales, pueden ser beneficiosos, siempre adaptados a cada mujer y supervisados por un profesional. Además, no hay que olvidar alimentos ricos en calcio (como lácteos, frutos secos o verduras de hoja verde) y aquellos con fitoestrógenos, presentes en la soja o las legumbres, que pueden aportar un extra de apoyo según cada organismo.

Hidratación: La correcta hidratación suele pasarse por alto, pero resulta fundamental. No se trata únicamente de beber agua, sino de garantizar un aporte adecuado de minerales y electrolitos. Una hidratación de calidad contribuye al buen estado de los tejidos, incluyendo huesos, piel y mucosas, como la vaginal.

Actividad física: El ejercicio es una de las intervenciones con mayor impacto positivo durante la menopausia. La combinación de entrenamiento de fuerza y trabajo cardiovascular ha demostrado ser la estrategia más eficaz para preservar masa muscular, mejorar la salud ósea, controlar el peso y favorecer el equilibrio hormonal.

Relajación y ritmos biológicos: La exposición diaria a la luz natural, el contacto con la naturaleza, las relaciones sociales y las actividades de ocio ayudan a sincronizar los ritmos circadianos. Mantener un reloj biológico estable favorece la regulación hormonal, el descanso nocturno y la estabilidad emocional, aspectos clave para reducir los síntomas asociados a esta etapa.

Suplementación: Algunas plantas medicinales y compuestos naturales pueden apoyar los cambios en el estilo de vida. Entre los más estudiados se encuentran la genisteína, la salvia, el lúpulo, el café verde descafeinado o el azafrán. Su uso debe ser siempre personalizado y supervisado por un profesional de la salud, ya que no todas las mujeres se benefician de la misma manera ni en las mismas dosis.

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La menopausia es una etapa natural, pero sus síntomas como sofocos, insomnio, cambios de humor o cansancio pueden afectar seriamente la calidad de vida. La medicina convencional suele centrarse en la terapia hormonal o en fármacos concretos, pero existen otras estrategias que pueden marcar la diferencia en cómo se vive esta transición.

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